miércoles, 11 de diciembre de 2013

Ni quito ni pongo Brey, pero ayudo a mi señor.

Buenos días sr. Rajoy. Beltrán Duguesclín, condestable francés famoso en España por haber intervenido en las campañas fratricidas que Enrique II de Trastamara sostuvo contra su hermano el rey Pedro I de Castilla, decía, "Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor" para justificar su traición.

Este dicho se suele utilizar para justificar que uno tiene fuertes razones para, aun queriendo ser neutral, tomar partido.

Eso debe estar pasando con el departamento de grandes contribuyentes de la Agencia Tributaria, donde parecen existir poderosas razones para, ni quitar ni poner rey, pero tomar partido aunque se niegue una y otra vez, dando, una y otra vez, explicaciones que una y otra vez, sencillamente, no cuelan.

Sí, porque no me negará, Sr. Rajoy, que algo huele a podrido, esta vez no en Dinamarca, pero sí en esa institución cuya solvencia depende de la independencia de sus técnicos y de la que hasta se dice que “somos todos”, aunque claro, unos, los más, para pagar y otros, los mejores, para evadir y de estos, los listos, para blanquear con el beneplácito legal construido por su mayoría parlamentaria.

Vuelvo de nuevo con su delegado encargado de las cuestiones relacionadas con Hacienda. ¡¡Que pesadez!! Lo sé, pero se lo merece. Si no... a ver.

Este excelentísimo,… señor, distinguido con la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, orlada de laurel con el lema «VIRTUTI ET MERITO», con justicia, porque, además de poseer tres pisos en Madrid y no renunciar a los 1.823,86 euros mensuales en dietas de alojamiento y manutención a quienes viven fuera de Madrid, tiene la reconocida virtud de dominar el arte de la mentira y el incuestionable mérito de sentirse superior a quienes imparte sus explicaciones.

Hace pocos días se descubrió como la inspectora que se negó a seguir la imposición de trato de favor por el que se ahorraría a CEMEX 435 millones de euracos (con la "fartita" que nos hace) fue fulminada. El orlado caballero dijo entonces que le registrasen, que no había injerencia política para, luego, ser desmentido por otro alto cargo de la agencia.

Desde que ocuparon el poder ya han caído más de 300 inspectores del segmento alto de la institución recaudatoria y, si creemos que no hay injerencia política, debe haber otras poderosas razones para ello.

Hoy el laureado dará (¿?) explicaciones en el Congreso de los Diputados, pero ya adelantó hace unos días que los ceses y sustituciones en la cúpula de la delegación central se relacionaba con que ese equipo estaba lleno de "socialistas", con lo cual, al garete eso de la independencia de la institución y, con ello, su solvencia y necesario prestigio, bien porque eran socialistas y no técnicos, o bien porque, después del relevo, pasaron a ser “de derechas” y no técnicos. El, empero, afirmaba que no hay fregado político.

Después se supo que no había limpieza judeomasónica, pues la mayoría de cargos destituidos en las últimas semanas, ya eran de “derechas” puesto que fueron nombrados por el actual gobierno del PP. Con lo cual resurge en sus filas el fantasma de los Aznaristas y los Rajoyistas, el quítate tú para ponerme yo, las tensiones intestinales de la gaviota por los acomodos del centro-derecha, derecha y ultra-derecha.

Tiene que haber poderosas razones para ni quitar ni poner rey, pero no dejar títere con cabeza en la cúpula de grandes contribuyentes y esperemos que el condecorado con la Gran Cruz las de hoy en sede parlamentaria, que éstas sean verosímiles y, ojalá, además veraces.

Aunque mucho me temo que, todo un Ministro, investido de la banda de «VIRTUTI ET MERITO» que, no obstante, la mancilla por 1.823,86 eurillos; por pedir sobre esfuerzos a los españolitos de nómina y paño de seda con las multinacionales, lo mismo sea un poco como Sancho Panza, que encontraba en él mismo la más poderosa de las razones y parafraseaba al traidor Duguesclín diciendo: "Ni quito ni pongo rey, sino ayúdome a mí, que soy mi señor".

En mi modesta opinión, el Excelentísimo Señor Ministro D. Cristóbal Ricardo Montoro Romero, hijo de Cambil, provincia de Jaén, condecorado con la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, tras 20 años viviendo de la política, debe ser cesado.

Aunque, Sr. Rajoy, también nos valdría su dimisión, por aquello de cubrir las apariencias que sabe usted que no le quiero mal alguno. 


F. Sánchez
11/12/2013

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