Aunque son tantas como intereses las interpretaciones que se
están haciendo acerca del mensaje colectivo que ha emanado de la agrupación de
los millones de voces individuales emitidas, tanto en las elecciones
autonómicas andaluzas, como en las municipales y restantes autonómicas (excepción
hecha de Cataluña, País Vasco y Galicia), parece claro que el resultado es que,
la aritmética de los votos, han dado lugar a un arco político de diversos
colores que obliga a pactar, a tomar decisiones que, con las generales en el
horizonte, nadie quiere tomar para llegar incólume a las mismas.
Este panorama parece que obliga a las distintas formaciones
a alcanzar acuerdos programáticos, o al menos acordar los desacuerdos, pues la
función debe continuar. El país debe funcionar, ahora con más fiscales de la
gestión de gobierno, sí; pero el país, sus comunidades y sus ayuntamientos,
deben seguir funcionando. Los ciudadanos necesitamos el funcionamiento normal
de las instituciones, ahora con un sano componente de pluralismo; no podemos
estar en un permanente proceso electoral, en un eterno toma y daca que parece
poner en cuestión la validez de los últimos comicios.
Parece que este arco iris democrático carga a la izquierda,
pero ¿solo lo parece o es realmente así?
A veces quiero creer que es así, pero seguro que me engaño
cuando veo la encrucijada en que parece que estemos situados por la incapacidad
de todos aquellos emanados de las urnas y, con pena, creo que está producida más
por la cercanía de las elecciones generales que por el interés ciudadano que algunos
enarbolan para justificar sus ininteligibles posturas ante las investiduras.
Valencia primero sí, y ahora no; Andalucía primero no, y
ahora sí; Madrid sí, pero no; Barcelona sí, pero a ver; por Cádiz ¿si se puede?;
Ganemos Jerez, ¿Para quién?; municipios y municipios y comunidades donde dan a
entender que puede pasar cualquier cosa, y de hecho pasará cualquier cosa menos
lo que entendemos todos y cada uno de nosotros que debería pasar.
Si PSOE pacta con Podemos error histórico para un histérico
PP que pierde poder; si pacta con el PP error iterativo que provoca el horror
social de las victimas del neoliberalismo; si Podemos es más exigente en
Andalucía que en Madrid y no es capaz de dar su abstención sumando votos al PP,
incoherencia programática e ideológica d difícil explicación; si Ciudadanos
acepta el sillón ofrecido por PP en Madrid, error de principios base, que no se
tapa dando un sí en Andalucía y que no perdonaran sus fieles; si Susana acepta
el sí de la neoderecha y por no precisarlo, no se esfuerza en acercarse a la izquierda
andaluza, error de discurso y más; si la intransigencia de Podemos encumbra al
PP error fatal aunque haya acudido enmascarados bajo apelativos de verbos
conjugados plurales mayestáticos; si … si …; si…; condicionales de una una encrucijada que obliga a
tomar decisiones que desgastarán en mayor o menor medida según la proporción de
coherencia, responsabilidad institucional, lealtad de principios, vocación de
servicio, ambiciones personales, despechos, etc. que cada protagonista invierta
en ellas sabiendo que hagan lo que hagan, decidan lo que decidan, acuerden lo
que acuerden y pacten con quién pacten nunca satisfarán a todos.
A pesar de ello, ahora tienen que decidir, tienen que
acordar y tienen que pactar porque ese es el mandato y ahora, aunque a los más
virginales les resulte incómodo, toca hacer POLÍTICA y demostrar si la política
es el arte de lo posible o es posible otra clase de política.
F. Sánchez
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