martes, 19 de enero de 2021

LOS MOSQUETEROS DE LA "VERDAD"




Es preocupante lo de prensa y sus profesionales. Lo de alguna prensa, algunos “periodistas” y su irresponsable estilo de permanente alarma populista contra todo lo que no sea el más rancio de los conservadurismos, recurriendo para ello a cualquier recurso por deplorable que sea.

No sé yo si será la pretensión de los que escriben, narran o informan; pero, si yo no fuese una persona que intenta formarse una opinión propia respecto de lo que pasa, desde mi visión, subjetiva claro, de hechos, argumentos y razones y no desde el imperio de las emociones, no me llegaría la ropa al cuerpo con los titulares que pueden leerse o escucharse en algunos medios de comunicación, que no voy a mencionar porqué están en mente de todos y que preconizan el fin de nuestra patria, estado y sociedad.

Esos medios están en la mente de todos. En la de algunos, de determinada cuerda ideológica y ahora demócratas de profesión, que añoran otro modelo social porque, ajenos a cualquier código ético, los aplauden y mantienen, pero con cierta sordina “por mor” de esa que han convertido en profesión de las apariencias, dado que en tales medios ven un aliado para procurar el desgaste ético de los que difieren de su modelo y con los que rivalizan en la escalada del poder.

En la mente de otros, más al extremo pero de la misma cuerda, porque esas gacetillas son convertidas en sacras escrituras que, cual tefilín de la más rancia ortodoxia judía, atan a su brazo izquierdo, el del corazón, donde habitan las emociones y a su cabeza, donde debe alojarse la razón a la que esa filacteria, esa caja de cuero anudada, viene a sustituir.

Y por fin en la de los demás, el resto -yo entre ellos-, por la repugnancia que provoca y la zozobra que inspira tan distorsionada notaría de una realidad retorcida hasta ajustarla a sus intereses. 

Esas epístolas cargadas de testosterona, esas soflamas patrióticas, esas llamadas al fanatismo nacional, aderezadas de rumores consentidos, de insultos descarnados, de falsedades premeditadas; esa demonización de la democracia con guiños, coqueteos, cuando no amancebamientos, fascistas, se convierten para aquellos en chute de moralina, que les incrementa el ritmo cardíaco, les hincha la vena azul y con el pecho henchido de anacrónico orgullo llegan a creer justificadas, y hasta verdaderas, sus fantasías y desvaríos políticos que se remontan a los momentos más dolorosos y vergonzosos de nuestra reciente historia.

Esos “indas”, “maruhendas”, “pedrojotas”, “jiménezlosantos”, "herreras"…; mosqueteros de la derecha, escribanos conspiranóicos que no dudan en manosear, ora onces de marzo, ora víctimas de la barbarie etarra, ora muertos por la plaga; esas líneas editoriales basadas en consignas guerra civilistas quieren poco a un pueblo que busca la convivencia pacífica de sus territorios.

Ese exacerbado periodismo que no repara en calificativos para descalificar; esos gurús del más apestoso nacionalcatolicismo, maestros del pensamiento único sobre una ciudadanía que toman, y a veces hasta con razón, por necios susceptibles del más exaltado paroxismo del sentimiento patrio son el peor enemigo de la patria.

No nos dejemos engañar.

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