miércoles, 24 de febrero de 2021

La piel del cordero


Se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer en que se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.

El ultraderechista partido amamantando en los pasillos de FAES y de la podrida Génova 13 ha vuelto ser fiel a su ideario, y a su estrategia de cubrir su verdadera y repugnante cara naftalinada con un vellocino demagógico, de revestir de  sus más retrógradas convicciones con una pátina populista y, ahora, pide declarar el 8 de marzo Día Nacional de las Víctimas de Coronavirus.

Quién puede negarse a señalar un día homenaje a las víctimas de ese virus que se ha llevado por delante a tantos y tantas; un virus que ha sacado a la calle la protesta en esos cochazos de alta gama y, también, las caceloras de las cocinas del barrio de Salamanca que enarbolaban, con estridente ruido, siempre ruido, sudamericanas al servicio doméstico de pijos y patrioteros, so pena de perder sus precarios empleos.

Pero la cuestión de fondo no es esa. Hay días en el año.

Abascal ha frivolozado con las víctimas creando memes repugnantes, no ha apoyado ni una sola medida para combatirlo y su único propósito ha sido convertir el dolor de las víctimas en votos.

La cuestión de fondo es, nuevamente, la aversión de los energúmenos a las políticas de igualdad, a las de género y a las de desarrollo íntegro de la mujer como persona. La cuestión es el rancio supremacismo machista que, cual amargo veneno, quieren hacernos tragar metido en una cápsula de sabor agradable para, una vez dentro, una vez pasadas las papilas gustativas de la sociedad, la cápsula se degrade dejando al veneno hacer su efecto en nuestra democracia, mejorable, si; pero también susceptible de degradarse a peor.

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